Lo confieso: a mí sí me gusta cumplir años…

¿Por què me divierto más después de los 50?

Luz María Doria confiesa que no tiene miedo a cumplir 53 años.

Luz María Doria confiesa que no tiene miedo a cumplir 53 años. Crédito: Suministrada

Este 10 de julio cumplo 53 años. Confieso que desde que llegué a los 50 me estoy divirtiendo más. La edad, como dice la mayor de mis amigas, es absolutamente mental (tal vez es la frase con la que ella apalanca su autoestima, pero ya a mí me tiene convencida).

Sí, es verdad que con los años se caen los senos y las nalgas, (nada que no pueda levantar Victoria Secret) pero también van subiendo el valor y la disciplina. Amanece uno con arrugas en lugarcitos con los que se acostó lisos, pero también empieza uno a desestimar traumas y complejos hasta dejar el alma lisa y sin asperezas.

Se vuelve uno real.

A mí la edad me ha mermado el miedo, el fatalismo y la flojera. Y me ha duplicado el valor, el optimismo y la productividad. Ya obedezco los refranes, (no dejes para mañana lo que puedas hacer hoy… ) uso bloqueador y tomo agua.
Me he vuelto más responsable: leo las letras chiquitas (con gafas), pongo atención a los anuncios de los aviones antes de despegar, y no me da pena decir que no.

Sí, soy mucho más feliz después de los 50.

Ahora viajo más y con menos cosas en las maletas, prefiero los tenis a los tacones, y lloro igual cuando oigo vallenatos ( “el Orgullo de mi Patria” de Carlos Vives para ser exactos) que cuando un equipo de fútbol no clasifica para los cuartos de final (no importa el país).

Con la edad me he vuelto más creativa y menos complicada. Reacciono más rápido y saboreo todo lentamente.
Todo.
Entiendo las señales y pregunto sin pena cuando no entiendo.
Con la edad perdí el miedo a mojarme cuando llueve (aunque de niña me mojara por vergüenza de usar paraguas), a pisar los charcos y a comer picante.

Sí, soy más feliz.

Porque escucho con más atención y elijo a qué ponersela. Porque miro con más curiosidad y me detengo a oler las flores. Porque veo a Dios en los paisajes, y El me habla, de pronto, a través de personas con las que nunca hubiera pensado yo en hablar.

Porque bailo cuando me da la gana. Meto menos la pata (y cuando la meto no me da miedo echarme la culpa)… Porque como postres sin arrepentimiento y las dietas aún me funcionan.

Ahora, es cierto, me levanto a veces con dolores en huesos que nunca había oído traquear, pero quiero más a mi cuerpo y escojo el gusto que le doy a mi tiempo.

Ahora confío menos, pero quiero creer más. Madrugo por pura necesidad y duermo hasta tarde por puro placer.

Si, ahora soy más feliz porque la curiosidad de la niñez sigue intacta… la única diferencia es que ya la uní al valor de la madurez. Y desde que valor y curiosidad se unieron, me convertí en lo que siempre soñé.

Sobre la autora

Luz María Doria es inmigrante colombiana, periodista, productora ejecutiva de Despierta América y autora del libro “La Mujer de mis Sueños”. Podrán encontrar su columna cada lunes en nuestro diario impreso y en este sitio web.

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