Editorial: Frontera, una maniobra electoral

Trump ha contribuido a alimentar la crisis en la frontera

Desde noviembre pasado, CBP ha reforzado la vigilancia en la frontera con México.

Desde noviembre pasado, CBP ha reforzado la vigilancia en la frontera con México. Crédito: John Moore/Getty Images

Hay una crisis humanitaria en la frontera sur que no se resuelve con muros, mano dura, afirmaciones engañosas, ni placas que celebran acontecimientos falsos. Esa desconexión con la realidad se vio en la reciente visita del presidente Donald Trump a la frontera en Calexico, California.

Los reportes hablan de una gran cantidad de familias centroamericanas que desbordan la frontera. Desde hace tiempo se sabe de este fenómeno migratorio. Se hicieron cambios en el registro para el asilo y México colabora como una estación de espera. Desde la administración Trump nunca se anticipó una respuesta adecuada, más que muros y cierre de frontera.

Trump dedicó su viaje a honrar un muro e ignorar la multitud de gente encerrada en otro sector. Se jactó de ser responsable de una construcción que, lejos de ser parte de su proyecto nuevo, es una renovación programada desde antes de su gobierno. Para garantizar el hurto intelectual hizo poner una placa diciendo que esa era la primera parte de su muro.

Con anterioridad, Trump sostuvo una mesa redonda con las autoridades fronterizas en donde afirmó que el sistema migratorio está sobrepasado y afirmó que “no podemos tomar a nadie más. Nuestro país está lleno”.

Es cierto, el sistema migratorio está desbordado. La Casa Blanca hizo todo lo posible para que eso ocurra.

Los jueces de inmigración dedican su tiempo a atender niños y a procesar como delincuentes a indocumentados. Los agentes de inmigración de dedican a atrapar a inmigrantes -incluso legales- que no representan ningún. Es una labor más fácil. Los centros de detención se llenan con ellos.

La eliminación de los fondos de la Alianza para la Prosperidad destinados a El Salvador, Guatemala y Honduras garantiza que la crisis continúe con mayor virulencia.

Decir que en Estados Unidos ya no hay cabida para nadie, es no comprender las cuestiones de densidad poblacional. Mucho menos las preocupaciones de los sectores de la construcción, servicios y agricultura entre otros, que necesitan urgentemente mano de obra.

La gran sorpresa previa de la visita fue el retiro del nominado de Trump para dirigir la Agencia para el Control de Aduana e Inmigración (ICE) porque quiere una persona más dura. Parece que es insuficiente separar familias -perder niños- , arrestar en hospitales, tribunales, a padres que van la escuela con sus hijos y profesionales que contribuyen a la comunidad.

El responsable de esto es el Presidente, quien sigue dando más autoridad en temas migratorios a su asesor Stephen Miller. Los reportes indican que este individuo sobrevive en la Casa Blanca alimentando los peores instintos de Trump y culpando otra gente de las resultados desastrosos. Lo que Miller denuncia como una mala implementación en realidad es la idea la que es terrible.

El tono de la visita fronteriza de Trump es una maniobra electoral que satisface su base con un elevadísimo costo humano y geopolítico.

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