La desigualdad de ingresos y el populismo político en Estados Unidos

Mientras políticos estigmatizan a los inmigrantes o al libre comercio, economistas como Thomas Piketty proponen cambios de fondo para redistribuir la riqueza

La riqueza acumulada (como inversiones o propiedades) tiende a crecer más rápido que la economía en general.

La riqueza acumulada (como inversiones o propiedades) tiende a crecer más rápido que la economía en general. Crédito: Pexels

La victoria de Donald Trump en las elecciones refleja un profundo descontento en sectores amplios de la población estadounidense, especialmente entre las clases trabajadoras y medias, incluyendo a los latinos. Su mensaje resonó con quienes sienten que las políticas de globalización, libre comercio e inmigración han perjudicado sus oportunidades económicas y reducido sus salarios. Trump capitalizó este sentimiento al ofrecer un discurso centrado en devolver el control económico al “ciudadano común” y criticar a las élites corporativas y políticas. Este enfoque populista movilizó a millones de votantes que percibían un sistema económico y político diseñado para beneficiar a los más ricos, amplificando las desigualdades sociales y económicas que Thomas Piketty ha descrito como parte de un patrón global.

Para entender cómo funciona la desigualdad de ingresos, pensemos en un ejemplo sencillo: dos personas comienzan con la misma cantidad de dinero. Una invierte en bienes raíces que aumentan su valor cada año, mientras que la otra trabaja y ahorra lo que puede. Con el tiempo, la inversión del primero crece más rápido que los ingresos del segundo. Aunque ambos trabajan duro, quien posee activos termina con mucha más riqueza simplemente porque su dinero “trabaja” más rápido que el crecimiento de su salario.

Thomas Piketty, en su influyente libro ‘El capital en el siglo XXI’, explica que este fenómeno no es casual. Su investigación muestra que a lo largo de la historia, la riqueza acumulada (como inversiones o propiedades) tiende a crecer más rápido que la economía en general. Esto crea un ciclo donde los ricos se vuelven más ricos y la brecha entre quienes tienen capital y quienes no se amplía.

La realidad actual en Estados Unidos

Hoy en día, Estados Unidos enfrenta niveles de desigualdad de ingresos no vistos desde la Edad Dorada (finales del siglo XIX). Por ejemplo:

  • El 10% más rico posee más del 70% de la riqueza nacional.
  • El 50% inferior apenas controla el 1.5%.

Este desequilibrio ha provocado descontento social, alimentando movimientos populistas que culpan a factores como la inmigración y la globalización por las dificultades económicas. Durante campañas recientes, algunos políticos han apelado a estos sentimientos, prometiendo proteger los empleos y salarios de los estadounidenses. Sin embargo, Piketty argumenta que las verdaderas causas de la desigualdad están más relacionadas con factores como las políticas fiscales, la falta de regulación financiera y la disminución del poder de los sindicatos.

Las ideas clave de Piketty

Piketty introduce un concepto fundamental: la relación entre la tasa de retorno del capital (r) y la tasa de crecimiento económico (g). Cuando r (la rentabilidad de inversiones como bienes raíces o acciones) supera a g (el crecimiento del PIB), quienes ya poseen riqueza acumulan más, mientras que los trabajadores dependen de salarios que no crecen al mismo ritmo.

Esto da lugar a lo que Piketty llama “capitalismo patrimonial”, donde el éxito económico depende menos del esfuerzo o la innovación y más de la riqueza heredada. Este sistema no solo perpetúa la desigualdad, sino que también amenaza valores democráticos al otorgar a las élites económicas un poder desproporcionado sobre las políticas públicas.

¿Qué se puede hacer?

Piketty propone varias soluciones, como:

1. Impuestos progresivos sobre la riqueza y los ingresos.

2. Gravámenes más altos sobre herencias.

3. Mayor inversión en bienes públicos, como educación, salud y vivienda, para crear oportunidades reales de movilidad social.

Sin embargo, implementar estas medidas es complicado en un clima político polarizado, donde el populismo desvía la atención hacia soluciones simplistas, como limitar la inmigración o el comercio internacional, en lugar de abordar las raíces estructurales de la desigualdad.

La importancia de la educación y la conciencia

A medida que más personas entienden las causas de la desigualdad, hay un mayor impulso hacia reformas significativas. Piketty y otros economistas subrayan que las soluciones a largo plazo requieren un enfoque estructural, como redistribuir la riqueza y garantizar un crecimiento equitativo.

En un mundo moldeado por la automatización y la globalización, solo políticas que prioricen el acceso equitativo al progreso económico podrán garantizar que el “sueño americano” sea una realidad para todos, no solo para unos pocos privilegiados.

Es irónico pensar que quienes más se beneficiarán del gobierno de Trump, que está por comenzar, probablemente serán las élites adineradas y no la clase trabajadora que, con su voto, ayudó a llevarlo al poder.

Ramiro J. Atristain-Carrion es economista y asesor financiero.

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