Comunicación no verbal: A favor de nuestros intereses
Desde los gestos hasta como te vistes...todo cuenta
A veces decimos con palabras lo contrario de lo que denota nuestro lenguaje corporal. Lo ideal sería no tener que transmitir nunca algo distinto de lo que se piensa, pero tampoco hay por qué mostrar información que preferiríamos ocultar.
Una persona puede estar esforzándose por decir que es perfectamente capaz de afrontar una nueva responsabilidad en su trabajo, mientras su actitud demuestra que no se siente segura, que está preocupada… Estos sentimientos son perfectamente normales ante cada reto que se presenta, pero, ¿y si ese puesto es lo que llevaba tiempo esperando, por lo que ha luchado y para lo que se ha preparado? No se trata de mentir, sino de controlar las emociones, tanto verbal como físicamente, para que jueguen a favor de nuestros intereses.
El correcto manejo de las emociones permite expresar lo que uno quiere y lo que no, y hacerlo tanto con las palabras como con la actitud; esto es, con el lenguaje corporal. Cuando se entrenan las habilidades emocionales es posible interactuar con los demás de forma mucho más eficaz y también ganar confianza y seguridad en uno mismo.
Para que nuestro lenguaje corporal transmita las emociones que deseamos comunicar, y no otras, es importante practicar algunas normas básicas.
“Haz caso a tu madre”. Ponte derecho, estate quieto, no te muerdas las uñas, deja de mover la silla, no interrumpas a quien habla… Todos estos consejos que nos daban de pequeños valen para transmitir una imagen neutra, correcta y educada. No hay que mostrar tensión, tocarse el pelo compulsivamente, rascarse, taparse la boca… porque son gestos que denotan nerviosismo.
Mantén una actitud relajada. Buscar una postura cómoda, con los brazos relajados, no cruzados, transmitirá tranquilidad al interlocutor y también a uno mismo.
Proximidad, la justa. No se debe avasallar el espacio personal del interlocutor, ni acercarnos en exceso ni alejarnos demasiado. Si la otra persona se incorpora hacia nosotros en su silla, podemos hacer lo mismo; esto es, reflejar su mismo lenguaje corporal. Si estamos de pie, es importante respetar la distancia propia de una relación laboral.
Gesticular sin exagerar. Está bien mostrar atención, asentir levemente con la cabeza, mirar de frente, levantar las cejas… Se debe acompañar la conversación con un movimiento de manos no excesivo, preferentemente con las palmas hacia arriba. El tono de voz deberá ser acorde con la situación.
Sonríe con la boca y con el corazón. Una sonrisa natural, no exagerada ni tensa, sentida más como una disposición anímica que como un gesto de los labios, comunica una emoción positiva hacia el otro. Gracias a las neuronas espejo, la sonrisa activa en los demás un comportamiento similar. Salvo que la situación requiera extrema seriedad, siempre que sea posible, sonríe.
Aprende a estrechar la mano. Tanto los hombres como las mujeres deberían practicar esta situación para mostrar un afecto cálido. Sacudir la mano con la energía y la presión adecuadas, mirando a los ojos y sonriendo a la persona que saludamos transmite emociones positivas.
La ropa también habla. No debemos sentirnos incómodos con nuestra ropa ni incomodar a los demás. Es importante vestir apropiadamente en el ámbito laboral. El vestido comunica mucho sobre nosotros mismos, así que debemos utilizarlo para mostrar lo que somos y lo que queremos ser.